Apreté mis ojos con los dedos encontrados de mi mano, y dejé escapar un suspiro prolijo y lastimero.
Una vez en mi auto, tomé por la lateral de la Avenida San Francisco. Justo al virar a la derecha, la imagen de dos pequeñas niñas atrajo mi atención. Sin pensarlo, como movido por los resortes de mi piedad maltrecha, me acerqué a ellas. La más pequeña se bamboleaba sobre su cuerpecito, mostrando con claridad parálisis cerebral. La otra, simplemente se concretaba a mirarme con indiferencia.
Irremediablemente, un sentimiento de humanidad hizo acercarme. Para cuando estuve a un metro de distancia, una voz seca me paró con brusquedad. “Epa, epa, cabroncito. ¿A dónde? Éstas pendejitas son mis hijas”
Intentando increpar su postura, la mano firme del hombre me detuvo en un intento vano por acercarme a ellas. “Órale, cabrón, a chingar a su madre”, me dijo y me señaló a cualquier parte en señal que me alejara.
Esa noche no pude dormir. El recuerdo de mi joven paciente me asaltaba de manera mordaz. Pero entre las brumas de mi soledad extrema, la imagen de ambas niñas me hacía temblar de angustia.
Cuando al siguiente día me presenté al hospital, fui abordado por la Dra. Mariana Fernández, quien dándome una palmadita en la espalda, intentaba reconfortarme. “Ven, ayúdame e reconocer a una pequeña que ingresó anoche en la madrugada”
Una vez en el área de urgencias, ambos nos apostamos al pie de la cama 14.
“Esta niña fue violada con saña inaudita, y quemada de ambas manos con cigarro”, dijo el asistente. Cuando pude mirar el rostro amoratado de la niña, un escalofrío paralizante me hizo desvanecer al punto del desmayo. “¡Es ella, es ella!, dije llevándome la palma de la mano para cubrir mis ojos invadidos por el llanto.
“¿De qué hablas, Jorge? ¿Es quién?”, decía Mariana. Intentando reponerme del shock, miré a la chiquilla a los ojos: ¡La misma mirada fría y extraviada de la noche anterior! Tragando saliva, logré balbucear estúpidamente. “Mira nada más, ángel de mi vida, ¿quién te hizo esto?” La respuesta nunca llegó, pues con una actitud que rebasaba toda estoicidad, venció sus manitas y perdió su mirada en el costado.
Días después, la realidad ocupaba todos mis sentidos, pues el periódico local, en la sección policíaca, daba cuenta del suceso: “Niña que era explotada por su padre pidiendo limosna y prostituyéndola, muere finalmente en el Hospital General”
El diario cayó de mis manos. Una impotencia total hizo derrumbarme, prorrumpiendo en un llanto convulso y dramático. No podía quitar de mi cabeza la mirada fría y lejana de la pequeñita. Apretaba las manos con rabia, al punto de propinarme a mí mismo, al menos una docena de bofetadas.
Un mes después, es que leo este fragmento del poema de Octavio Paz, Elegía Interrumpida, e intento comprender la esencia universal de sus líneas:
Codicia de la boca
al hilo de un suspiro suspendida,
ojos que no se cierran y hacen señas
y vagan de la lámpara a mis ojos,
fija mirada que se abraza a otra,
ajena, que se asfixia en el abrazo
y al fin se escapa y ve desde la orilla
cómo se hunde y pierde cuerpo el alma
y no encuentra unos ojos a que asirse...
¿Y me invitó a morir esa mirada?
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros, nadie
quiere mirarnos a los ojos.
Pablo Martínez Ferandín
Fotografía cortesía de Gustavo Osmar Santos
¡Extraordinaria conjunción de ficción y fotografía, enmarcada al cobijo de una belísima poesía de Octavio Paz!
ResponderEliminarFelicito al autor, Pablo Martínez, por su talento y sensibilidad:
Mario
Belleza excepcional. Felicito tanto al escritor como al fotógrafo. Ambos, en comunión cibernética, lograron esta bella pieza literaria.
ResponderEliminarGreat story. I like it very much. The theme is intense, dramatic and so human. Congratulations to both: the writer and the photographer.
ResponderEliminarMagnífica armonía imagen-texto. Os felicito muy cordialmente.
ResponderEliminarAnxiously awaited the first story. It's great, deep and dramatic. Great team work Literalia
ResponderEliminarDicen que es ficción. Sin embargo, la fotografía es real, ¿Por qué la admiración de la belleza de ésta? Esas niñas están desprotejidas, en la miseria, eso no puede ser bello.
ResponderEliminarFinalmente, más que ficción estimo es un extracto de la cruda realidad.
Me resulta imposible distibguir el arte de la ficción, y ésta de la realidad. La fotografía es impactante, cruda, enternecedora. El microrrelato es dramático, bien tratado y sucinto.
ResponderEliminarAmbos forman una mancuerna sólida y contundente.
Pero...
Amigo Pablo:
ResponderEliminarQuiero felicitarte por la conjunción maravillosa de la poesía de Ocatvio Paz, la cual es soberbia en su totalidad, la fotografía, cruda sí, pero real, y tu excpecional relato.
En efecto, es ficción, pero todos sabemos que se queda corta en comparación a la terrible realidad.
Bien por la actitud de Gustavo Osmar, pues promueve expresiones literarias de este gran nivel.
En primera lectura, un sentimiento extraño me llenó de cólera. Más que ficción es realidad, pura realidad. No obstante, el tema es reflexivo, y con el poema de Octavio Paz, adquiere un tono notable.
ResponderEliminarLa fotografía es estupenda, y en su conjunto, una triada muy bien armonizada.
Estupendo trabajo en auténtico equipo.
ResponderEliminarFelicito en primera instancia Gustavo, ya que pone un ejemplo de solidaridad y apoyo a los jóvenes nuevos talentos de la narrativa.
Enseguida a Pablo, quien estimo "leyó" perfectamente la mirada triste y distante de la pequeñita.
Finalmente, perfecta inclusión del tema de Octavio Paz.
¡Felicidades!
¡Genial!
ResponderEliminarLa poesía es extraordinaria, la fotografía impresionante, y el trabajo de Pablo es brutal, pues entrelazó ambas expresiones: la poética y la artística.
Es la primera vez que leo a Pablo. Supongo que es joven y participa en el taller de Literalia México. Me gustó la idea generada alrededor de esta dramática fotografía.
ResponderEliminar¡Enhorabuena para todos! Gran trabajo en equipo.
Dramatic. Deep. Excellent. I like it very much. I enjoyed each line of tale.
ResponderEliminarComo lo comenté en la entrada principal, felicidades por tan excleso trabajo.
ResponderEliminarEl blog del propio Osmar es fantástico.
I like it so much. Congratulations to Pablo. The tale is deep, harmonius and tragic.
ResponderEliminarAwesome. The man constructs his life with bad and good actiones. At the end, the result is simple: an mathematical operation.
ResponderEliminarYurgen Latier
I am so sensible about this tale. Unfortunately is true, cruel but real. Year by year, the children are treated as things and seems anybody take care.
ResponderEliminarMuy apreciable Pablo:
ResponderEliminarTe felicito por tu sensibilidad. En efecto, la mirada de la niña mayor lo dice todo. Es creíble, realista y cruda.
¡Así es la vida!
Esta es una muy hermosa forma de darle vida a una fotografía. Aunque considero que habla por sí misma, es evidente que una trama, por ficticia que sea, le brinda una capacidad de expresión aún más impresionante.
ResponderEliminarMe he admirado del trabajo conjunto de Gustavo Osmar y Literalia. Considero es trascendente incursionar en la simbiosis de ambos géneros.
ResponderEliminarOfrece mchas cosas interesantes y completas en todos los sentidos.
¡Felicidades!