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lunes, 21 de marzo de 2011

A MOMENT OF DECISION

I ran as fast as I could. The pain was so deep that I felt lost consciousness at any moment. The dizzying buzz of a shot gun, even pierced my ears full of panic never imagined.
At the crossroads of 33th and Fifth Avenue , I stopped to look for the first time my leg badly injured. The rictus of pain must be bigger than my own face, because I felt that left his jaw and eye position threatened to be thrown out of their bowls.

I sat on the sidewalk, and carefully, I was retrieving the fabric of my pants soaked with blood. Dramatic was looking at my ankle bone pieces. The blood flowed like a spring, leaving their footprints on the icy concrete.

As I could, I pulled the sock trying to stop the blood gushing seemed to sprout.
The distant shadow of the man who was chasing me was growing along the avenue. The fear in my heart collapsed, and I almost fell unconscious. Fortunately, it turned a block away, and launched the wrong direction.

When I try to walk, all around in my head spun. A swirling vortex which got me down, bringing me down heavy on the ice tonight.
Suddenly, everything was flooded with an incandescent light, bright colors. What bolt of iridescent light, everything around me has mutated into a shadow and images for other beautiful and bright?

Things lost shape and size to become an art nuanced brushstrokes never before seen by me. What evanescent poured paint vigorously and magic before my astonished eyes, a sense of peace flooded me entirely, giving way to an ability to fly on the soles of my feet.
I had never experienced such a subtle and wonderful experience. I looked down at my wounded leg, and with astonishment, I discovered that my body was where the delicate nuances emanating multicolored flooded the scene.

Such was the perfect beauty of this world, that I felt the need to imagine being dead, for spiritual peace, no pain, perfect sound of silence and the feeling of being at that time was, I did conceive a heavenly perfection .

Suddenly, a guttural voice reached my ears: "He is alive ... call an ambulance ..."
Were the most dramatic moments of my entire existence. I felt for a moment the power to decide about my life, do what I wished, birth, death, was just a fallacy. An internal struggle was fought in my heart. Should decide at that sublime moment when back to earthly life and stay forever in such exalted divine perfection.

The wail of the siren announcing that led me to a hospital acute and cyclical heard along the avenue.


UN MOMENTO DE DECISIÓN

Corrí tan deprisa como pude. El dolor era tan profundo que sentí perdería el conocimiento en cualquier instante. El zumbido vertiginoso de un disparo de arma de fuego, taladraba aún mis oídos llenándome de un pánico jamás imaginado.
Al llegar al cruce de la Avenida 33th y la Quinta, me detuve para mirar por primera vez mi pierna malherida. El rictus de dolor debió ser más grande que mi propio rostro, pues sentí que la quijada se salía de su posición y que los ojos amenazaban con botarse de sus cuencos.

Me senté en la acera, y con mucho cuidado, fui descorriendo el tejido de mi pantalón empapado de sangre. Cuán dramático resultó mirar el hueso de mi tobillo hecho pedazos. La sangre emanaba como manantial, dejando sus huellas sobre el helado concreto.

Como pude, apreté el calcetín intentando detener la sangre que parecía brotar a borbollones.
Al incorporarme, la sombra lejana del hombre que me perseguía se agigantaba a lo largo de la avenida. El temor se colapsó en mi corazón, y a punto estuve de caer desmayado. Por fortuna, dio vuelta una cuadra antes, y se lanzó con rumbo equivocado. 

Al intentar caminar, todo dio vueltas en mi cabeza. Una vorágine me atrapó cual remolino descendente, haciéndome caer pesado sobre el hielo de la noche.
De pronto, todo se inundó de una luz incandescente, brillante, multicolor. Cual saeta de luz iridiscente, todo a mi alrededor mutó a sombras e imágenes por demás hermosas y brillantes.

Las cosas perdieron forma y tamaño para convertirse en pinceladas matizadas de un arte jamás antes visto por mí. Cual pintura evanescente que se vertía vigorosa y mágica ante mi atónita mirada, una sensación de paz me inundó por entero, dando paso a una capacidad de volar sobre las plantas de mis pies.
Jamás había experimentado tan sutil y maravillosa experiencia. Miré entonces la pierna herida, y con asombro, descubrí que de era de mi cuerpo de donde emanaban los delicados matices multicolores que inundaban la escena.

Era tal la belleza perfecta de ese mundo, que sentí la necesidad de imaginar estar muerto, pues la paz espiritual, la ausencia de dolor, la perfecta sonoridad del silencio y la sensación de bienestar que en ese momento sentía, me hicieron concebir una perfección celestial.

De pronto, una voz gutural llegó a mis oídos: “Sí, está vivo… llamen una ambulancia…”
Fueron los momentos más dramáticos de toda mi existencia. Sentí por un instante el poder decidir sobre mi vida, hacer lo que me viniese en gana, nacer, morir, era sólo una falacia. Una lucha interior se libró en mi corazón. Debía decidir en ese instante sublime si volver a la vida terrenal o quedarme para siempre en tan excelsa perfección divina.

El ulular de la sirena anunciando que me llevaban a un nosocomio, se escuchó aguda y cíclica a lo largo de la avenida.

Clarice Rendalvi

Photography by Leovi


miércoles, 2 de marzo de 2011

UN DÍA EN LA PLAYA

Era la cuarta vez que las llamaban,  ya estaba anocheciendo y si bien no hacía frío, el día de playa estaba llegando a su fin; había sido espléndido, ni frío ni calor; solo una pequeña brisa a última hora; estar de vacaciones  en un pueblito cerca del mar permite llegar a la playa en pocos pasos.

Desde la mañana temprano estaban en “un proyecto secreto”, parece ser que en una de las tantas veces que entraban y salían del  agua, encontraron unas piedras muy llamativas y extrañas, porque tenían incrustados minúsculos pedacitos de un elemento brilloso, muy brilloso, y … si eran diamantes?, esa fue la primera pregunta que se hicieron.

En un abrir y cerrar de ojos se transformaron; Manuela   era doctora en piedras, mineróloga  le había explicado su padre  y Camila era investigadora de campo.Se habían propuesto recolectar todas las piedras que pudieran para llevarlas a su “laboratorio” y allí analizarlas con mas detenimiento.

Ya tenían todo pensado, en la cochera de la casa de Cami, había un placard con herramientas, una pileta de lavar la ropa muy grande, porque seguramente tendrían que hacer distintos procesos de limpiado de todo lo que encontraran, también había  frascos de mermeladas vacíos donde pondrían cada una de las distintas piedras según su aspecto y tamaño.Manuela recordó que la maestra siempre les decía que “Cuando se trabaja hay que ser ordenado y prolijo”, para no perder ninguna información en el camino.

Ellas estaban en su mundo, iban y venían al agua  buscando “sus” piedras, que no eran cualquier piedra; también  escuchaban como a lo lejos el llamado cada vez mas insistente de Graciela, la mamá de Camila; ella sabía que cuando la madre pronunciaba su nombre con una i muy larga, era señal de problemas inmediatos.

Si, estaban en su mundo, ese donde las palabras tenían un solo sentido, lo que querían decir; un mundo donde no había que leer entrelíneas para descubrir que cuando se dice algo, en realidad se quiere decir otra cosa; definitivamente para ellas los adultos eran una gran incógnita, demasiado complicados.

Y volviendo a su “investigación” parloteaban sin parar haciendo planes para el día siguiente, porque sabían que si no “hacían caso”, el proyecto corría peligro.
Y así terminó este día para Manuela y Camila, ansiosas de que llegue la mañana siguiente para volver a la playa y a sus “piedras tan preciosas”

Niñez,  nos sentimos indestructibles,  el tiempo por delante nos pertenece, la justicia y lo correcto son moneda corriente.

Un día en la playa como tantos que yo pasé en mi niñez, porque ésta; ésta es mi historia.

Patricia Bonanno
Argentina
Fotografía y cuento